You are currently viewing 10 consejos para que tu hijo no repita el año

Si bien en Mujer y Punto creemos que las notas de los hijos no deberían ser tan importantes para los padres, lo cierto es que para muchos si lo es. Nosotras creemos que el foco debería estar en aprender, más allá de una buena nota, y por sobre todo, lo más trascendental es la formación como persona de los niños. Un niño que pasa siempre con la nota justa pero es una excelente persona, no debería ser gran preocupación para los padres. Hoy el éxito radica más en otras cosas y no precisamente en las notas.

Dicho esto, sabemos que el rendimiento escolar de los niños genera inquietud en los padres, sensación que en ocasiones es traspasada a los niños y puede intervenir en su proceso de aprendizaje. Por eso, para dejar de preocuparse y comenzar a “ocuparse” de la situación, la académica de la Facultad de Educación de la Universidad Santo Tomás, Cristina Achavar, entrega las siguientes recomendaciones:

Ejercita la atención focal: No todo es igualmente relevante a la hora de estudiar contenidos escolares. Es indispensable apoyar a los niños y niñas a centrar atención en la información importante. Es necesario evitar la atracción hacia otros estímulos del medio circundante que pudiese interferir la concentración. Para ayudar a este proceso, se recomiendan ejercicios de relajación, contemplación y escucha activa. La música clásica también ha probado ser un elemento que favorece focalizar la atención.

Apoya el mejoramiento de la memoria de trabajo: A pesar de que el aprendizaje es un proceso complejo, igualmente se basa en procesos cognitivos básicos. Este es el caso de la memoria. Las tareas de alta demanda cognitiva exigen la utilización de información on line, es decir, la resolución de problemas con respuesta concisa. Este tipo de memoria, se puede favorecer a través de técnicas que permitan codificar la información, por ejemplo a través del uso de siglas, asociaciones conceptuales y transformación de la información (hacer esquemas, dibujos, canciones, etc). Esto facilita el almacenamiento y retención de la información.

Favorece una rutina: El estudio requiere de organización y planificación, lo cual implica una anticipación a la tarea a realizar. Esto es fundamental para categorizar la información. Se relaciona con el espacio, los recursos disponibles para ejecutar tareas y jerarquizar ideas relevantes. También involucra la prospección del tiempo para realizar tareas, considerando sus características. Para esto se recomienda emplear estrategias organizadas y secuenciales. El estudio requiere la creación de técnicas progresivas. Las “maratones” de estudio no son beneficiosas, puesto que el cerebro asume una tarea inabordable. Lo óptimo es organizar las actividades de estudio en un orden creciente de complejidad y en periodos de tiempo acotados. A esto se le llama “técnica pomodoro”, la cual hace alusión a parcelar tiempos de estudio en espacios no mayor a 20 minutos, haciendo pausas de 5 minutos.

Promueve la autorregulación y un clima propicio: Todas las actividades mentales están mediadas por la vida emocional. El estudio no es la excepción. Para iniciar cualquier proceso de aprendizaje que requiere dedicación y esfuerzo cognitivo, es necesario crear un clima favorable. Esto activa los centros cerebrales de atención y motivación. Considerando la presión que involucra el proceso de cierre de año escolar, es aconsejable realizar ejercicios de relajación para calmar la ansiedad.

Genera espacios de aprendizaje compartido: La cognición también es social. Estudiar en grupo es beneficioso, puesto que, en muchas ocasiones, los pares o hermanos son tutores mucho más efectivos que los propios padres. Por tanto, hay que promover las interacciones académicas de estudio.

Afianza la persistencia: El estudio exige mantener el foco de atención en forma sostenida, con independencia de la existencia de otros factores. Para el logro de esta habilidad es necesario estructurar la tarea en una secuencia de acciones, haciendo un seguimiento permanente del cumplimiento de cada uno, evitando las actitudes procastinadoras que tienen que ver con no querer enfrentar una tarea y realizar actividades alternativas para evitarla.

Apoya la modificación del espacio de estudio: Podría parecer contradictorio el hecho de organizar las actividades en forma anticipada y cambiar de espacio físico para realizar las tareas, sin embargo, los actuales conocimientos de neuropsicología indican que la memoria se evoca mejor cuando está asociada a más de un contexto, puesto que el recuerdo está incorporado al propio sujeto y no al lugar en donde se almacenó. De todos modos, conviene equilibrar una rutina estable y movilidad de momentos y lugares.

Plantea la comunicabilidad de lo leído: Si el estudio involucra la lectura de textos técnicos o que exponen explicaciones, lo recomendable es proveer el espacio para que los estudiantes puedan “recontar” lo que estudiaron, ya que el hecho de exponer a otro ayuda a comprender los contenidos. Los estudiantes suelen destacar o marcar los textos que leen, lo cual puede resultar engañoso desde el punto de vista del aprendizaje.

Posterga lo más posible el uso de recompensas: Si bien es cierto, los “premios” o incentivos son beneficiosos para el aprendizaje, tienen que estar correlacionados con los niveles de desempeño. Para promover la autorregulación y el deseo de superación, es necesario suspender lo más posible las gratificaciones, con el fin de crear un carácter más autorregulado. También conviene utilizar refuerzos positivos más que negativos, ya que estos últimos podrían estereotipar la conducta de los niños y niñas (por ejemplo, llamar “flojo” a un niño o niña, podría hacer que él o ella lo incorporara como un atributo propio y permanente).

Evita el uso de fármacos psicoactivos: Estudios científicos indican que tienen efectos colaterales como el desarrollo de ansiedad y depresión, así como también inhiben la posibilidad de autorregulación, aspecto clave en el aprendizaje.