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Después de semanas comportándome como una verdadera ninfómana para ponerle salsa al plato de fideos de hospital que era mi matrimonio, Jorge decidió premiar el esfuerzo con un curioso regalito: Depilar su (mi) “tronquito furioso”.

Imagínense mi carita cuando al sacarle sus calzoncillos en medio de nuestra coreografía de catre, me encontré con tamaño desconocido. Elegante y refinado, hay que decirlo, pero extraño al fin y al cabo. Jorge me miró con una sonrisa de galán de teleserie brasilera y me preguntó si me había gustado el “fashion emergency”. No supe qué decirle.

Por una parte, es cierto que nuestro amigo se ve más “alto”. Pero por otra, ¿de verdad importan esos centímetros de “yapa”? A mí me parece que no, a menos que el espécimen del cual hablamos de verdad hubiese necesitado tacos a lo Lady Gaga. Como no es el caso del fornido rico de mi maridillo, pasamos al segundo tema: ¿Es mejor con o sin pelos?

La respuesta, creo yo, va netamente en lo visual y por eso depende del gusto del consumidor. Yo descubrí que no me enciende para nada el estilo “potito de guagua”. Muy suave y limpiecito se verá, ¡pero nada como ese bosquecito cercando el camino! Por supuesto, siempre con mesura, si la cuestión tampoco es la Selva Amazónica.

Díganme machista, pero definitivamente me quedo con mi monito velludo y yo bien peladita, a la buena mezcla.

¿Y ustedes?

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Recuperando el Deseo…(¡y mi vida!)

Carla Stagno Gray: Periodista y guionista. Ha trabajado en medios escritos y de televisión, donde condujo y realizó la producción periodística para programas de corte cultural y turismo. Hace dos años que se dedica principalmente a escribir guiones, destacando su trabajo en las teleseries “Los Ángeles de Estela” y “40 y Tantos”, ambas de Televisión Nacional de Chile.