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Además de los añejos slips y la taza del wáter arriba, la estabilidad en una relación es lejos la enemiga más maquiavélica que tiene la libido. Se presenta en cuanto artículo de revista femenina existe como “el gran valor” para toda pareja que pretenda “evolucionar”, pero yo me pregunto. ¿Qué tiene que ver eso con tirar rico? ¿Levitando tengo más orgasmos?

No me mal interpreten. Mi problema no es con tener un buen matrimonio,  sino con las expectativas. Esas imágenes mentales de la casita feliz que las mujeres somos expertas en ubicar en cosa de segundos en lo más profundo de nuestros cerebelos, sea con rejas blancas y el perrito tipo “Lassie”, la casa ondera en la playa o mochileando con el “alternativo” más “alterna”. Da lo mismo. El sólo hecho de saber que nuestra relación está a “salvo” con quien sea, es segura y confiable, nos termina por llevar irremediablemente a coquetear con la rutina. Y ahí el deseo se nos va a huelga.

Recuerdo mi relación con Ricardo. El típico ex que los papás odiaron en su tiempo por no tener futuro, mujeriego y mentiroso, el clásico caso perdido que como buena samaritana nos suele gustar “enderezar” porque conocemos “su lado bueno”. (Dicen que después de manejar mal, el creernos curanderas es nuestro peor defecto como género y empiezo a creerlo.)

En fin, con Ricardo nada tenía futuro, excepto el sexo. ¡Con sólo recordarlo moviéndose hago el “pre” completo! Todos los días había algo distinto y aventurero, pero no por una cosa de química o talento extra ordinario (más experimentada me di cuenta de que el tamaño no lo es todo) sino por el hecho de que siempre tuve miedo de perderlo. ¿Me hacía sentir satisfecha? En lo absoluto. ¡Pero pucha que lo pasaba bien con la insatisfacción!

Mi vida actual con Jorge no la cambiaría por nada, pero no es coincidencia que nuestros mejores encuentros sexuales hayan sido al reconciliarnos tras peleas importantes. O cuando le descubrí unos mails extraños y pensé que tenía una amante y me dediqué a dejarlo tan deshidratado que fuera biológicamente imposible que quisiera (o pudiera) tener algo con otra.

Echo de menos el sexo carnal, más desesperado y casi tortuoso. Me siento como la linda pero sosa protagonista de un musical romántico y añoro ser la amante/perra que deja la cagada en la historia. ¿Se han dado cuenta que además de tener más cuento, la antagonista siempre es más guapa?

Quiero la estabilidad de un sexo inestable. ¿Tiene sentido? La adrenalina que produce el fantasma de un amante o el peligro de un divorcio, la casita con rejas, los niños jugando con el marido y el jardinero sexy cortándome el pasto en cámara lenta. Meter a Jorge y Ricardo en la juguera, tomarme un vaso cada mañana y no engordar. Ser la señora que recibe a los amigos del marido en los mejores eventos públicos, pero que todos se quieren tirar en secreto. ¿Es mucho pedir?

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Recuperando el Deseo…(¡y mi vida!)

Carla Stagno Gray: Periodista y guionista. Ha trabajado en medios escritos y de televisión, donde condujo y realizó la producción periodística para programas de corte cultural y turismo. Hace dos años que se dedica principalmente a escribir guiones, destacando su trabajo en las teleseries “Los Ángeles de Estela” y “40 y Tantos”, ambas de Televisión Nacional de Chile.