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Muchas personas aprovechan las vacaciones para viajar. Sin embargo, hay quienes lejos de pensar que será un momento para disfrutar y descansar, les angustia la idea de subirse un avión y eso tiene un nombre: aerofobia. 

El miedo a volar puede ser una fobia por sí mismo o una reacción a otras fobias, como el miedo a las alturas, a la claustrofobia o incluso, a la muerte. Así lo explica el psicólogo e hipnoterapeuta de Hipnosalud.

“Una persona que presenta aerofobia, más allá del hecho de subirse a un avión, puede tener pánico a las alturas, a los lugares cerrados o a no tener el control de la situación, lo que se manifiesta en ataques de pánico, así como también con síntomas físicos, como mareos y vómitos”, señala el especialista.

Se estima que el 25% de la población presenta aerofobia en distintos grados, aunque no se haya subido nunca a un avión. En estas cifras influyen las malas experiencias en el ámbito personal o las noticias relacionadas con accidentes aéreos o secuestros.

Aerofobia: cómo afectan las crisis de pánico

Rojas indica que las fobias y miedos cuentan con un gran componente inconsciente, que se evidencia en la vida diaria durante los momentos más inesperados. Con una terapia basada en hipnosis puedes acceder a la fuente de tus miedos y trabajarlos de mejor manera, pues es más fácil hacer modificaciones de tu forma de pensar, sentir y actuar”, añade.

En relación a las crisis de pánico, se estima que el 25 por ciento de la población general las ha experimentado alguna ocasión y un 5 por ciento sufre un trastorno de pánico caracterizado por frecuentes crisis.

Según un estudio de la Sociedad Psicosomática Americana de Estados Unidos, los ataques de pánico no sólo son una alteración psicológica, sino que también pueden afectar la salud del corazón, provocando una angina de pecho o un infarto, debido a los efectos que este padecimiento tiene en la circulación sanguínea.

El psicólogo afirma que se caracterizan por una fuerte sensación de descontrol, angustia y la sensación de que la persona se puede morir. 

Pero este problema es absolutamente tratable y una de las terapias más recomendadas y efectivas es la hipnosis. “Con 3 o 4 sesiones de hipnosis podemos cambiar los patrones mediante los cuales estos procesos se generan y detenerlos rápida y eficazmente”.

“La hipnosis hace que el cerebro se relaje y llegue a un estado previo al sueño, que es el trance. En ese estado la respiración se hace lenta, calma el ritmo cardíaco y se oxigena el cuerpo como corresponde. Además se pueden hacer cambios a nivel inconsciente para que la persona durante un atisbo de estímulo tenga la posibilidad de reaccionar y calmarse”, añade el especialista.

Rojas expone que esta terapia complementaria, a diferencia de lo que se ve en televisión, es una técnica terapéutica confiable y con un amplio respaldo científico. Con ella se puede tratar los más diversos problemas con tranquilidad. Asimismo, es importante saber que durante un proceso de hipnosis, la persona siempre será consciente de lo que ocurre alrededor, recordando todo lo sucedió.