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La ingesta de este producto es cada vez más habitual en nuestra población y, tras diversas medidas gubernamentales que explican sus riesgos, los chilenos seguimos sin conocer a fondo sus consecuencias. El Dr. Hernán Elzo, Psiquiatra de Vidaintegra, explica los efectos fisiológicos que produce el licor en sus consumidores.

Hace algunas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) entregó cifras que nos muestran como el país con mayor consumo per cápita de alcohol de Sudamérica, llegando a los 13,9 litros en el caso de los hombres y 5,5, en el de las mujeres. Pero, sabemos realmente qué efectos tiene en nuestro organismo la ingesta de alcohol, más allá de las sanciones a las que nos exponemos.

Los especialistas no se declaran en contra de estos hábitos, sobretodo, si es de forma controlada. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de la moderación, y la ingesta de alcohol sobrepasa límites que van en desmedro de nuestro propio organismo. El Dr. Hernán Elzo, psiquiatra de Vidaintegra, señala que lo primero que hay que tener en cuenta es que “existe una barrera entre la sangre y el cerebro que el alcohol logra atravesar sin dificultad, incidiendo rápidamente en nuestras funciones motoras”.

Para comenzar a identificar los efectos, hay que considerar que el primer signo de la presencia de esta sustancia en el cerebro es la desinhibición: “Las personas se ponen más graciosas, empiezan a decir cosas que no dirían habitualmente. Incluso, algunos más susceptibles pueden perder el control. Va a depender de las características sicológicas de la persona, por ejemplo, algunos son más introvertidos, otros aumentan su conducta sexual o pueden llegar a ser agresivos”, indicó el especialista.

¿Qué es lo que pasa cuando bebemos?

“Cuando ingerimos alcohol se produce un adormecimiento de la corteza del cerebro y si bien,  una copa es una dosis muy baja para generar grandes daños, existen áreas más sensibles, como la motora, donde se producen problemas de coordinación y reflejos”, explicó el Dr. Elzo, en relación a la práctica de algunos conductores que optan por beber esta cantidad. “Las consecuencias pueden ser serias. Una persona que, por ejemplo, marque 0,3 gramos de alcohol en la sangre, tiene mayor probabilidad de sufrir un accidente, si se compara con alguien que no ha bebido, independiente de si la persona se siente bien para manejar. Desde el punto de vista científico, si una persona ha bebido no debería manejar”, agregó.

Ya se han mencionado las alteraciones motoras que el alcohol provoca, sin embargo, existen otros efectos que son a largo plazo y son mucho más complejos. “Se pasa de estados de tristeza a la euforia, se habla más fuerte, pero una de los efectos más preocupantes lo presenciamos en el tiempo: el cerebro ‘aprende’ que el alcohol es una sustancia placentera, convirtiéndolo en adicción”, señala el psiquiatra.

Finalmente, otra de las consecuencias graves que puede ocasionar la ingesta excesiva, es la demencia provocada por la falta de vitamina B en el organismo. El alcohol disminuye la absorción de este complejo vitamínico esencial. “Esta demencia puede convertirse en un grave problema, porque muchas veces son irreversibles y no existe hasta el momento tratamiento que logre reparar daños neurológicos de tal magnitud”, sentenció el especialista de Vidaintegra.

Foto de: mexico.cnn.com