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Advertir a tiempo problemas académicos y de rendimiento es imprescindible, ya que a los niños con dificultades de rendimiento se les produce un impacto a nivel de su autoestima y autoimagen. Así lo asegura la directora de la escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, quien apunta que “en este sentido es importante que el problema se asuma desde la perspectiva de subsistemas y que el trabajo sea tanto con la familia como con el colegio y otros profesionales”.

Como recomendación, la especialista en Psicología del Desarrollo indica que lo primero que hay que realizar es un trabajo con las madres. “Hay que saber que en la mayoría de los hogares en este país es la mujer la que se ve enfrentada a estas situaciones, porque son ellas las que habitualmente están en las casas, más que los padres. Por lo tanto, las mamás lo asumen desde un sentimiento de culpa y además desde el sentimiento de fracaso personal. Por eso creo que es importante realizar un trabajo con ellas, para que asuman que los hijos son hijos y que no tienen por qué ser perfectos. Y que si tienen dificultades, tampoco es su culpa ni son ellas las causantes. Deben entender que hay una multiplicidad de factores que hace que las personas tengan un tipo de desarrollo”, aclara.

La profesional aconseja además para esas madres o padres, cuyos hijos pequeños tienen dificultades de aprendizaje o de rendimiento, la búsqueda de redes de apoyo que los ayuden a dimensionar esta dificultad  y desde ahí buscar otras opciones.

“Lo ideal es no quedarse solos. No asumirlo con la vergüenza desde el dolor, del castigo y la sanción social, sino que como una realidad y tratar de objetivarlo lo más posible. Ojalá una vez pasado el impacto, la frustración y la rabia, buscar entender qué, porqué, cuándo, dónde y desde dónde le pasa lo que le pasa al niño. Y este trabajo pasa por preguntarse, por ejemplo, ¿les pasará a otros niños? Porque efectivamente puede que haya muchas otras mamás que tengan un hijo, pariente o amigo cuyo hijo también tiene una dificultad por el estilo”, plantea Carmen Gutiérrez.

Pero, ¿es recomendable reforzar estudios en períodos de descanso, como por ejemplo, en vacaciones? La directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico es partidaria de evitarlo. “Si el niño o adolescente tiene una dificultad relacionada a una habilidad poco desarrollada, no es bueno. Porque por ejemplo, si la dificultad de base es que hay una habilidad cognitiva, afectiva o comunicacional debilitada respecto a su grupo de edad, la simple práctica de hacer lo mismo no le ayudará a adquirir aquello que no ha adquirido. Si un niño tiene problemas de lectoescritura, no le ayudará a resolver el problema el hacer 40 copias de un poema”, aclara.

Es más, la psicóloga piensa que si bien depende del caso, esto será como un castigo. “Si hay una habilidad descendida, el obligarlo a hacer más será un castigo, lo que podría tener un impacto en la autoimagen, en la seguridad, en la motivación para aprender, en las ganas para superarse. Tendría más sentido si se pudiese hacer con el hijo una evaluación más completa y buscar algún tipo de solución”, aconseja.

Trabajar la motivación

Cualquier tipo de tratamiento que se realice, debe trabajarse a partir de la motivación. “Existe en los niños una capacidad básica por aprender y por ejercitar lo que van aprendiendo. Y lo que pasa con los niños con problemas de aprendizaje no es que no les guste aprender, sino que les frustra verse enfrentados una y otra vez, intentarlo e intentarlo y que no les resulte. Por eso finalmente evitan exponerse a la situación problemática, porque les genera un nivel de ansiedad y de temor muy grande. Lo que les pasa a los niños y adolescentes con dificultad real, es que hacen su mejor esfuerzo y no les resulta y lo único que les queda por pensar es lo peor de sí mismos”, advierte.

En este contexto, para volver a entusiasmarlos, la situación se debe afrontar de una manera integral. “Es súper importante mirarlo con perspectiva para poder determinar cuál es la dificultad real, la que a su vez hay que descomponer en sus partes esenciales e ir superando etapas, planteando metas de a poco. Hay que descomponerla en sus factores para poder descubrir cuáles son los factores que están de por medio, explica la docente de la Universidad del Pacífico.

Clave en esta tarea es el factor de la confianza. “Es uno de los elementos que más influyen en la solución, cuando uno como padre mantiene la confianza y fe en ellos para que puedan resolver y solucionar”, resalta Carmen Gutiérrez, quien plantea que muchas veces como padres nos equivocamos a pesar de las buenas intenciones. “Uno se equivoca porque pone el foco en la meta y reforzar ese logro, y no el proceso intermedio y los pequeños refuerzos”, precisa.

Tips para los padres

Si bien la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico cree que en psicología no hay mini recetas, sí hay algunas cosas básicas a tomar en cuenta y sobre las cuales hablan los conductistas:

  • Cuando le hablen al niño acerca de su comportamiento, refiéranse al comportamiento y no a la persona. No es lo mismo decirle “tienes la pieza desordenada”, que decirle “eres un desastre”. Por eso hay que cuidar, no etiquetar, ni catalogar ni rotular a la persona en sus capacidades.
  • Traten de descomponer el objetivo final en metas parciales y sub-etapas. Reforzar todos y cada uno de los intentos, esfuerzos y pequeños resultados, y no sólo los logros. Al mismo tiempo, es importante ir mostrando los avances con metas concretas y realistas, con evaluaciones de los resultados y retroalimentación del desempeño.
  • No mandar tareas para la casa en tiempo de vacaciones. Ya lo han pasado bastante mal y es tiempo de que se relajen y se descompriman un poco.

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