Pasamos por la vida sin tomar conciencia de que muchas de las actividades que realizamos, incluso las más rutinarias, pueden transformarse en placeres liberadores. Celebremos un contrato con nosotros mismos para ejercitar el placer como un acto de libertad.

La mayoría de las personas siente que no tiene la vida que quisiera. Entonces, se conforma con lo que le ha tocado. Pero más a menudo de lo que creemos, somos nosotros mismos los que levantamos barreras que nos impiden alcanzar nuestro bienestar. Desconfiar del placer, anteponer las necesidades de otros a las propias, postergar la felicidad para un futuro impreciso: somos capaces de vivir en el sufrimiento y pensar que eso es lo natural, lo que nos ha tocado.

Evelyne Bissone Jeufroy, autora del libro “Cuatro placeres al día, ¡como mínimo! ! El despertar del cuerpo y el alma”, Ed. Aguilar, demuestra que tomar un baño, completar un crucigrama o dar un paseo, pueden traernos consecuencias benéficas si lo vivimos con plenitud y con la conciencia del aquí y del ahora. Nuestra salud se enriquece; despertamos a un estado de alegría y de paz interior que es contagioso, y se transforma nuestro entorno. Cada uno de nosotros posee en su interior el potencial de una verdadera revolución. Y tenemos una invitación al banquete de la vida, con las pequeñas y más simples maravillas que nos ofrece al acercarnos a su mesa.

El método de los “cuatro placeres al día como mínimo”

[wp-bannerize group=’home1′]

Este método es un plan que debe seguirse durante uno a dos años para que se transforme en una costumbre.

  • Se establece una lista de 25 a 30 placeres personales, de los que luego se extraerán los cuatro placeres diarios, como mínimo.
  • Nos preguntaremos ¿cuándo? ¿dónde? y ¿con quién? ponerlos en práctica. Estas preguntas son esenciales, pues permiten que los placeres y los proyectos, cobren forma, y que el individuo los concrete. No deben, en efecto, quedar en el estado de sueños, sino ser vividos en realidad.
  • Se deberá, además, colocar esta lista en un lugar donde se la pueda visualizar cotidianamente, con el fin de no olvidarla, en los períodos de estrés o tristeza.
  • Una vez que el cuerpo se acostumbra a recibir bienestar diario, cuatro, cinco, o incluso diez veces por día, no lo olvida y siente que le falta cuando eso no ocurre.
  • No es en una semana ni un mes en que se instalará esta costumbre. Se trata de un contrato que uno celebra consigo mismo y que le permite habitar su cuerpo, y anclarse en el instante presente.

Los beneficios de vivir en el placer

  • El placer nos da bienestar y nos recarga energía.
  • Ahuyenta la fatiga.
  • Nos hace volvernos uno con lo que sentimos.
  • No responde a una exigencia, y no tiene que ver con la voluntad. Es el eco de la manera en que supimos gozar del instante presente. Se sitúa en el “ser”.
  • El placer debe encararse de manera activa y no pasiva. Llamar a nuestros amigos y hablar por teléfono, no es lo mismo que esperar que ellos nos llamen.
  • Nos da la capacidad de recuperar nuestra vitalidad, de aumentar nuestra sensación de bienestar, y alimenta nuestra autoestima.
  • El placer puede transformar nuestra existencia.
[wp-bannerize group=’home2′]
Fuente: Texto editado de Buenasalud.com