Debo que haber tenido unos 15 o 16 años, cuando sufrí mi primera pena de amor; esas que uno se quiere morir, siente que la vida no tiene sentido y que sólo el abismo es la salvación…
Estaba en el campo de mis abuelos – un lugar que recuerdo con mucho cariño y nostalgia – sentada llorando desconsoladamente, y se me acercó mi abuelo, un gran caballero y muy especial, preguntándome a qué se debían tantas lágrimas para una niña tan linda. Le conté que el hombre de mi vida había decidido abandonarme por lo tanto ya nada tenía sentido, y le dije: ¿tata porque nací?
Él siendo un hombre muy sabio me relató lo siguiente “Francisca pon atención en lo que te voy a decir porque sólo lo diré una vez…”
Sequé mis lagrimas y puse la atención que el relato ameritaba…
“Mira Francisca ¿te acuerdas cuándo viene el 18 de septiembre, encumbramos volantines y tú con mucho entusiasmo elevas el tuyo, y una vez que está bien arriba comienza el verdadero juego?”… “¿Qué Juego?” pregunté yo.
“El que le das y le quitas, lo tienes lejos muy lejos y de pronto recoges el hilo y lo traes hacia ti, cuando él cree que ya va a llegar a tus manos, tú vuelves a dar hilo y lo llevas lejos nuevamente. Así y tal cual como te lo estoy explicando es la relación que tienes que tener con los hombres. Ellos son el volantín y tú el carrete, por lo tanto puedes el ritmo, la velocidad y el acercamiento de la relación. Tú tienes el control, cuando él crea que ya te va a tocar y te tiene en sus manos, das hilo al carrete y lo alejas de manera que él te vea inalcanzable, pero con sólo el tirón de tu mano lo vuelves a traer a ti. Es acá donde está tu inteligencia. Ahora lávate la cara y en tus próximos pololeos usted es el carrete y el caballero el volantín.
Como tenía razón y porque nos cuesta tanto a las mujeres verlo de esa manera más fácil y práctica, dar y quitar, no existe ejercicio que nos dé mejor resultado que éste.
Ellos nunca saben qué es lo que realmente queremos y cuando lo queremos, también desconocen que tan cerca están de nosotras… Cuando sienten que ya pueden abalanzarse sobre su presa le damos hilo y en menos de lo pensado ya estamos más lejos.
Es un juego, pero la vida también y las relaciones aún más, siempre están los sentimientos y compromisos de por medio, pero si somos capaces de ser el carrete estaremos más tranquilas. ¿Pero donde está el secreto de esta tranquilidad?. “La inteligencia”, ésta que tantas veces nos hace perder, sufrir, equivocarnos. Aprendamos a ser más inteligentes de lo que ya somos, y seremos unos carretes fabulosos, que tendrán al mejor volantín en el aire a la espera de que deseemos tenerlo en nuestras manos.
Espero que pongan atención porque esta historia no la contaré de nuevo… ya que mujeres tontas no existen…
Francisca Buzeta Abt.
@panchabuzeta
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