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Las aves migran para pasar de las áreas de recursos primarios bajos o decrecientes a las áreas de recursos altos o crecientes. Se les llaman recursos primarios a las fuentes de alimentación y a los lugares de nidificación.

Las aves que anidan en el hemisferio norte tienden a migrar hacia el sur en la primavera, para aprovechar la creciente población de insectos, plantas y una gran cantidad de lugares de anidación en ciernes. Cuando se acerca el invierno y la disponibilidad de insectos y otro tipo de alimentos como granos y frutos disminuye, las aves se mueven al sur de nuevo.

Escapar del frío es una motivación, pero muchas especies, incluyendo colibríes, puede soportar temperaturas bajo cero, siempre que tengan un suministro adecuado de comida, por lo que no es un factor determinante.

Si bien la migración de corta distancia probablemente se desarrolló a partir de la búsqueda básica de alimentos, los orígenes de los patrones de migración de larga distancia son mucho más complejos. Han evolucionado durante miles de años y se controlan al menos parcialmente por la información genética de las aves. También responden al clima, a la geografía, a las fuentes de alimentos y a la duración del día, entre otros factores. Para las aves que invernan en los trópicos, parece extraño imaginar que se embarquen en una peligrosa travesía hacia otros lugares.

¿Por qué hacer un arduo viaje en primavera? Una idea es que a través de muchas generaciones, los antepasados tropicales de estas aves se dispersaron desde sus sitios de reproducción. Los primeros traslados se cree que se produjeron durante los períodos de retroceso de los glaciares, como forma de expansión, ya que la franja más cálida de la tierra tenía una densidad poblacional muy alta. Pero su instinto los hace regresar cada año a sus orígenes, esta vez con las crías que nacieron entre una y otra migración.

¿Qué provoca la migración? La migración puede ser provocada por una combinación de cambios en la longitud día, temperaturas más bajas, la diferenciación en los alimentos disponibles y sin dudas a una predisposición genética. Durante siglos, las personas que han mantenido aves en jaulas, se han dado cuenta que las especies migratorias pasan por un período de inquietud cada primavera y otoño, agitando las alas y moviéndose intranquilas. Muchos científicos estudiaron estas conductas y dieron a este comportamiento el nombre (en alemán) de “Zugunruhe”, lo que significa la inquietud migratoria. Las diferentes especies de aves e incluso algunos segmentos de la población dentro de la misma especie, pueden seguir diferentes patrones migratorios.

¿Cómo se guían los pájaros? Las aves migratorias pueden cubrir miles de kilómetros en sus viajes anuales, a menudo siguiendo casi exactamente la misma ruta año tras año. Las que deben hacer su primera migración a veces la realizan en bandadas, pero en ocasiones deben hacerlo por su cuenta y de alguna manera pueden encontrar su hogar invernal, a pesar de no haberlo visto jamás, y volver al sitio que los vio nacer en la temporada siguiente. Los secretos de sus increíbles habilidades de navegación aun no se comprenden totalmente, en parte porque las aves combinan diferentes tipos de sentidos cuando navegan: pueden obtener información del sol, de las estrellas y hasta detectar el campo magnético de la tierra. También se orientan por la posición del sol poniente y desde puntos de referencia que han visto durante el día. Incluso hay evidencias de que el sentido del olfato juega un papel muy importante, según lo demostró un estudio con palomas mensajeras.

Tomando en cuenta que estos viajes cubren una cantidad muy importante de kilómetros entre la ida y la vuelta, la migración es sin dudas una empresa peligrosa y ardua. Es un esfuerzo que pone a prueba las capacidades físicas y mentales de las aves. El estrés físico del viaje, la falta de suministro adecuado de alimentos a lo largo del camino, el mal tiempo y una mayor exposición a los depredadores se suman a los peligros del viaje. En los últimos años, los migrantes de larga distancia se han enfrentado a una creciente amenaza adicional: las torres de comunicación y los edificios altos. Muchas especies son atraídas por las luces de los edificios altos y millones mueren cada año en las colisiones con las estructuras.

¿Qué podemos hacer para ayudarles? Se sabe que muchas aves hacen paradas en sus viajes. Estas están determinadas por dos factores fundamentales: alimentarse y recuperar fuerzas, en un sitio donde no sean presa de depredadores. Durante los trayectos son capaces de valorar los posibles lugares de descanso y/o repostaje. Los estudios demuestran que a veces deciden bajar en sitios frondosos, donde no siempre encontrarán alimento, pero sí cobijo y otras veces la necesidad de nutrirse es más acuciante, por lo que lo hacen en lugares más abiertos, corriendo el riesgo de ser cazadas por diversos predadores.

Al conocer mediante estudios anuales repetidos cuáles son esos posibles sitios de parada, al ser humano le es posible ayudar a que estos largos trayectos sean menos penosos, ya que tanto la contaminación ambiental, como los cambios climáticos y sobretodo la deforestación, son factores que influyen negativamente a la hora de remontar vuelo camino a casa. Conservar y proteger los espacios que las aves migratorias usan para hacer escalas en sus largos periplos, es una forma de aportar nuestro granito de arena para que sus viajes lleguen a buen término.

Vía Econoticias.

Fotos: aulaplaneta.