You are currently viewing ¿Quién no tiene un amor no correspondido? Sentirse Ridículas

¿Quién no tiene un amor no correspondido? ¿Quién no ha esperado un mensaje que nunca llega? ¿Quién no ha mirado fijamente el teléfono, a ver si suena? ¿Quién no se ha preguntado dónde están las llamadas perdidas? ¿quién no ha buscado un regalo, un beso, una carta, un gesto, una mirada, un “te quiero” hasta mucho después de entender que no iba a haberlo? ¿Y quién no se ha sentido ridícula por eso?

Nos han enseñado a necesitar el amor para vivir, pero no les ha bastado con eso. Nos han convencido de que el amor, debe ser correspondido. Y también de que -si alguien no te quiere como tu quieres- es que no te lo has merecido. Por eso, cuando alguien no nos quiere como nosotras queremos, nos sentimos menos. Ridículas, pequeñas, patéticas, tontas, derrochonas de amor que nadie quiere. Y eso duele.

Porque ese amor mercenario que nos han enchufado, ese que busca conseguir algo, ese que puede chantajear si no es retroalimentado, ese que puede reprochar no haber cumplido -o adivinado- las expectativas, ese amor pedigüeño, chantajista y huraño, ese amor siempre duele. A veces, incluso, hay quien -en nombre de ese amor- nos hace daño.

¿Quién no tiene un amor no correspondido? ¿Quién no tiene un padre, una hija, un hermano, una amiga, una madre, un hijo, un amigo, un colega, un vecino, una mujer, un hombre, un ser amado, que le ha decepcionado? Y eso, siempre, hace daño.

Pero hay una forma de curar esas heridas sin que duelan demasiado: entender que nadie es tan especial como le vemos cuando le amamos. Que no deberíamos esperar de alguien más de lo que quiera darnos. Que no se puede querer bien si no se tiene una buena vida propia, un montón de otras cosas entre manos. Que la capacidad de querer a alguien siempre hace bien, aunque no se cumpla lo que planeamos.

Vamos, que la cosa está en entender que existe el amor “sano”, y que -a veces- ese también hace daño. Pero que sentir dolor o tristeza, llorar una ausencia, esperar sin respuesta, esconder la cabeza, revisar fotos viejas, releer unas letras, echar de menos, desear de más, morderse el labio para no llorar, y hasta no poderse aguantar… no nos hace ridículas, ni pequeñas, ni patéticas, ni tontas, ni “derrochonas” de amor que nadie quiere. No haber sentido nunca eso, significaría estar muertas.

Autora:
Irantzu Varela: columna original
Faktoria Lila
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Foto: imgnoticias