You are currently viewing Rodrigo Guendelman: “7 razones para veranear en Santiago y sacar pica”

rodrigo guendelman

Somos muchos los que este febrero estaremos el mes completo en la capital de Chile. Ya sea porque no nos alcanzó la plata para irnos a la playa o porque simplemente no tenemos vacaciones, ofrezco una alternativa: mirar el vaso medio lleno o, dicho de otra forma, transformar el problema en una oportunidad. A las ya conocidas ventajas de Santiago en el mes más corto del año, léase pocos autos, pocas personas, poco ruido, pocos tacos, poca contaminación y poco apuro, se suman lugares y paseos extraordinarios que seguramente nunca conociste ni hiciste. Hasta ahora. Veamos:

1. Justo en la esquina de Santa Rosa y Américo Vespucio, está Espacio Matta. Es allí donde hace 42 años, Roberto Matta dibujó un mural de 25 metros de largo titulado “El primer gol del pueblo chileno”. A pesar de que el gobierno militar lo tapó con catorce capas de pintura y de que permaneció oculto al ojo público por décadas, fue restaurado casi en su totalidad y hoy se encuentra albergado por un modernísimo centro cultural de dos mil metros cuadrados donde  hay preciosas esculturas, talleres de danza, conciertos de piano y una bullente actividad artística. La entrada es gratis y la impresión de conocer el mural y el edificio es grande. Muy grande.

2. ¿Tus amigos que fueron al sur van a volver con fotos del salto del Petrohué? Pues tú les podrás mostrar las imágenes del Salto de Apoquindo, en el Parque Natural Aguas de Ramón. ¿Dónde queda? En La Reina. Mide 30 metros, es precioso y hay una zona de picnic para contemplar boquiabierto este milagro de la naturaleza en plena Región Metropolitana. Una sola advertencia: hay que salir temprano, pues la caminata de ida y vuelta dura unas nueve horas.

3. Esta recomendación puede sonar extraña, pero créanme, es un excelente dato para cualquier amante de las esculturas: tómese medio día para recorrer Ciudad Empresarial. A pesar de ser un lugar reconocido como espacio de negocios, posee la mayor colección de esculturas de Santiago, más que el Parque de las Esculturas y mucho más que el Paseo La Pastora. Sugerencia, métase a www.ciudadempresarial.cl/museo/index.php para conocer los nombres de los autores de las más de treinta obras que hay repartidas en esta zona; entre ellos, grandes como Federico Assler, Francisco Gazitúa, Osvaldo Peña, Aura Castro y Vicente Gajardo.

4. ¿Qué tal un paseo en bicicleta por los cités más lindos y menos conocidos de Santiago? ¿Y si los guías, además, son todos profesores de historia? Sólo se necesita una bicicleta, cuatro horas de una mañana y punto. Es una experiencia espectacular, se aprenden kilos sobre la formación social y urbana de la ciudad más grande de Chile y hasta se quema un poco de grasa. Más datos en el Facebook de Bicipaseos Patrimoniales.

5. Salvo que vivas allá, ¿hace cuánto tiempo no te das una vuelta por Maipú y, especialmente, por el Templo Votivo, obra cumbre de Juan Martínez, el mismo arquitecto de la Escuela Militar y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile? No sólo se trata de la iglesia más impresionante de este país, con un vitral de proporciones astronómicas, sino que desde hace poco más de un año tiene un magnífico mirador en su parte más alta, es decir, a 50 metros del suelo. Y como casi no hay construcciones en altura en la zona, se ve hasta la torre del Costanera Center. Lo mejor es que se puede llegar en metro. Y después se va almorzar (o a comer) al “Chancho con chaleco”, que acaba de reabrir luego de cuatro años.

6. Y, a propósito de lugares para morfar, hay dos sangucherías perfectas para capear el sopor de febrero. La primera se especializa en hamburguesas, se llama La Burguesía, queda en un sabroso rincón escondido de Providencia y cocinan como los dioses. La otra es peruana, se llama Donde Guido y tiene varias sucursales en el centro. Ambas son para chuparse los dedos.

7. El cordón montañoso de Santiago ofrece panoramas exclusivos, que no se encuentran en la costa ni en el campo. Por ejemplo, subir el Manquehuito (pegado al cerro Manquehue) de noche y con luz de luna. Son 1650 metros, se empieza a caminar a las siete de la tarde y el paseo dura hasta la medianoche. ¿Puro esfuerzo? Para nada: en la cumbre, la empresa organizadora (www.ecoexplorer.cl) se encarga del cóctel y de la fogata, mientras se ve la salida de la luna.

¿Quién dijo que era fome veranear en Santiago? 

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl