Es real, nuestro rol como mujeres en la sociedad actual se ha ido diversificando enormemente y por lo mismo ha llevado a que cada una opte en diferentes minutos del día  por qué camiseta usar ante el mundo; ser madre, ser trabajadora, ser dueña de casa, ser esposa, ser amante, ser jefa de hogar, ser hija, y así muchos otros. Es por lo mismo, que el ser exitosa profesionalmente tiene una carga bastante mayor en nuestro género, debido a que hay mil y una cosa en nuestra mente que no nos permite abocarnos 100% en nuestra profesión, ya que de alguna u otra forma, es imposible dejar de lado el resto de roles que cargamos en la mochila.

Y es así, que dentro de los roles anteriormente nombrados, hay uno que quiero plasmar hoy y que a pesar de acompañar a todos los restantes, también constantemente mantenemos postergado ya que siempre “puede esperar”; ser simplemente mujer.

¿Qué es ser mujer?, ¿Qué nos hace ser mujeres?, ¿Por qué algunas mujeres son más mujeres que otras? ¿Por qué otras se martirizan tanto cuando quieren serlo más? ¿Por qué tuvimos que salir tan culposas de hasta sentirnos egoístas si elegimos ir a la peluquería en vez de ir a ver la clase de natación de tu hijo? ¡Mujeres! a momentos me percato que somos nosotras mismas las que potenciamos estas disyuntivas desde el primer momento de existencia; “¡es una niñita!”. Hasta los 2 años aproximadamente, los juguetes son medianamente parecidos entre niños y niñas. Sin embargo aquí comienzan a diferenciarse por género, y a la vez dentro del género femenino toma también dos directrices; “La muñeca que toma leche y duerme siesta más el juego de tacitas para jugar al té” ó “El esmalte Tammy con un vestido de princesita y zapatitos reina”. ¿Podríamos pensar que quizá desde niñas potenciamos una predisposición a priorizar cierto rol sobre otro?, o quizá ¿Podremos encaminar una tendencia a preocuparse un poco más de sí mismas y no postergarse por los demás? Posiblemente depende de nosotras enseñarles a nuestras hijas a no dejar nunca de ser mujeres. Al fin y al cabo son las madres la única imagen en vivo que cada niña tiene como ejemplo para identificarse con su rol femenino. Una madre que no se da el tiempo para ella, para cuidarse, para salir arreglada cada mañana, para mantenerse bella, será una madre que no transmitirá esa necesidad en su hija.

Dentro de mi experiencia profesional me he percatado que las mujeres tenemos menos pasiones que los hombres y que como factor común, la mayoría de ellas no acepta de inmediato y abiertamente las situaciones en que se sienten plenas: compartir un pisco sour o un café con alguna amiga y conversar por horas acerca de un tema particular ó sentarse 60 minutos casi inmóvil con las manos estiradas mientras te las arreglan, te las pintan y que al mirártelas terminadas, te sientes inmensamente femenina y atractiva. ¡Sólo al mirarte las manos!

¡Como dato! y a pesar de haberlo comentado en otras columnas o charlas a mujeres: un estudio realizado por “Women and Teen Girls Mood and Hormone Clinic California”, postula que al establecerse contacto por medio de la charla entre amigas, se activan los centros de placer en un cerebro femenino. Y más aún, se activan en mayor cantidad, al compartir secretos que tengan implicancias románticas o sexuales. Esto es provocado por un gran flujo de dopamina y oxitocina que provoca descargas neurológicas placenteras parecidas a un orgasmo.

Por lo tanto no olviden: Cada uno elige como “des/conectarse” de los mil roles y “re/conectarse” con uno misma. Las invito a buscar su manera personal de hacerlo.

¿Tú cómo lo haces?

Ps. Nerea de Ugarte López