Que los mayas, que un asteroide gigante, que una nave espacial repleta de extraterrestres, un diluvio universal, 3 días de oscuridad… ¡Tantas teorías sobre el fin del mundo! Lo cierto es que mañana nos levantaremos igual que todos los día y haremos nuestras vidas igual que todos los días. Pero no quise dejar pasar esta oportunidad para reflexionar:

¿Y si realmente se acabara el mundo?

¡Uy! Tantas cosas sin hacer, tantos lugares sin conocer, tantos sabores que degustar, tantas arenas blancas que caminar, tantas aguas cristalinas que disfrutar ¡Tanto mundo que recorrer!

Si mañana no amaneciera, extrañaría esas mañanas de sábado con toda la familia acostada en mi cama, el despertar y que mi marido me sorprenda con un exquisito desayuno. ¿Y saben lo extraño de esto? Es que la mayoría de los sábados no disfruto de ese momento, saco a los niños de la cama porque la dejan llena de migas de pan, me tomo rápido la leche porque tengo que salir y no me doy el tiempo de abrazar a mis hijos porque la rutina dice que es hora de levantarse.

Si mañana no amaneciera, extrañaría la leche asada de mi mamá, el rico asado que orgulloso hace mi hijo de 6 años, un maravilloso ceviche y un rico Chardonnay hecho por mi marido para disfrutar mirando el mar, los queques de mi abuela, las pizzas en horno de barro de mi hermano, los pasteles de La Ligua en las playas de Maitencillo y las palmeras en Algarrobo.

Si mañana no amaneciera extrañaría el dolor en las mejillas de tanto reir con mis amigas del colegio, las canciones inventadas por mis hijos, los bailes del Gangman Style en el living de mi casa, un abrazo sincero después de un discusión potente con mi pareja. Un buen vino en la terraza de mi casa, un paseo por la playa, una conversación con mi abuela octogenaria, el recuerdo de las aventuras infantiles con mis primos, el olor a mar y a pasto recién cortado, el frío que recorre el cuerpo al bañarme en el mar chileno, el ruido de mis hijos al jugar, dormir abrazada con mi marido durante las noches, leer por enésima vez “Cien años de soledad” acostada en la arena bajo el sol, la sensación al terminar un buen trote, la sonrisa de mi guagua al despertar…

Y si mañana amanece tal como lo hace todos los días, espero tomar conciencia de todo esto, volver a ser consciente del día a día y de la felicidad en las pequeñas cosas de la vida.

Y si mañana no amaneciera ¿Qué extrañarías?

Por Mujer y Punto

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