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Que una mujer diga “el tamaño no importa” es tan cierto como que a tu pareja no lo calientan tus amigas guapas. Es una mentirita blanca y generosa, salvadora de situaciones incómodas y hasta económica, si se piensa la cantidad de terapias que los “chiguaguas penísticos” se ahorran pensando en que sus relaciones fallidas se deben a circunstancias externas: “La mina era cuática”, “trabajólica”, “no tomaba la iniciativa” – y la mejor y más triste de todas-  “parece que era frígida. Nunca la escuché gemir”. (Le garantizo, mijo, que la chica gimió apenas usted se fue ¡pero de rabia!)

Eso sí, seamos justas. No estamos en África (según una amiga aventurera, por suerte tampoco en Asia) El pene del hombre caucásico promedio tiene entre trece y catorce centímetros de longitud y alrededor de nueve centímetros de circunferencia. Todo lo que es un joystick fácil y cómodo de usar, no el más moderno y súper cool de la vitrina, pero sí lo suficientemente útil como para tenerlo de regalo número uno en la lista al Viejo Pascuero. (El año pasado me llegó uno con villancicos incluidos y bolitas escarchadas. ¡Casi lo pongo de estrella en el árbol!)

Pero ¿qué se hace cuando el pedido llega averiado? ¿Cuándo a pesar de tener más paciencia que trabajador de peaje y más esperanza que votante, la cosa no funciona? “Usar la técnica” dirán los chiguaguas perseverantes, pero seamos sinceros. Aunque te pongan siete cojines para “lograr la altura indicada” o sean unos verdaderos pianistas afinando “nuestra flor”, hay veces que el orgasmo no llega y uno se vuelve Shakespereano. “¿Fingir y no fingir? Ése es el dilema”. Si la damisela es buena onda y no hay mucha confianza, suele ser la segunda opción.

Lo peor es cuando se junta un pene “alfa”, bruto e imponente, con una vagina tímida y menudita. ¡O más trágico aún! Un pene “lápiz bic” con una vagina “banda ancha”. Mal.  Si al menos hubiese una manera de saber si una “combina”  antes con el susodicho… Una especie de clave o contraseña que uno pudiera ir preguntando por la calle. “¡Hola, tú! ¿Lápiz bic, palito chino o habano cubano?” Entonces él te respondería y tú sonreirías mientras le guiñas el ojo coqueta. “Soy la Fran y soy estrecha, pero no de mente”. Simple y directo. Sin expectativas ni divorcios por “tamaños irreconciliables”.

Es una cosa de forma y fondo, literalmente. ¡Salud!

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Carla Stagno Gray: Periodista y guionista. Ha trabajado en medios escritos y de televisión, donde condujo y realizó la producción periodística para programas de corte cultural y turismo. Hace dos años que se dedica principalmente a escribir guiones, destacando su trabajo en las teleseries “Los Ángeles de Estela” y “40 y Tantos”, ambas de Televisión Nacional de Chile.

Twitter: @carlaguionista