No concibo mi vida sin internet, pero no la idolatro. No creo que haya sido gracias a las redes sociales que se generó el movimiento ciudadano anti Hidroaysén ni, mucho menos, que haya impulsado las revueltas que se originaron en Medio Oriente a comienzos de año y que terminaron con varios dictadores escondidos debajo de sus camas.

No creo en ese poder de la red de mover masas o de gestar revoluciones sociales. Sí creo en la televisión. Me explico. Cuando eres una muslmana de 20 años viviendo en Egipto y tienes acceso a la televisión por cable, tus creencias se hacen difíciles de sostener. Me pasó hace unos años cuando estuve en ese increíble país. Lea conocía, a través de las pantallas, sobre la “cultura de Occidente”.

Y a pesar de que se decía muy devota, me decía cuánta envidia le daba ver a esas mujeres maquilladas, con el pelo bien arreglado y las uñas pintadas de rojo furioso. Puede parecer frívolo, pero no hay nada de aquello. Se llama libertad. Desde esta vereda del Globo nos olvidamos, pero cada vez que escogemos qué ropa nos pondremos en la mañana, estamos ejerciendo un acto de libertad. Una libertad a la que no tienen acceso muchas de nuestras pares de Medio Oriente, África o Asia.

Nosotras conducimos nuestras vidas. A ellas les está restringido. Qué mejor ejemplo que la protesta que iniciaron las chicas de Arabia Saudí este viernes, en el marco de la campaña Woman2Drive.

Ellas no están luchando sólo por poder manejar un auto sin temor a la cárcel, multas o apedreamientos. Ellas exigen, por una vez y por todas, manejar sus vidas.

¿Y cómo, una mujer de Medio Oriente, se da cuenta que esto es posible? ¿Cómo empieza a entender que el discurso que ha rodeado su vida, incuestionable, puede, efectivamente, ser cuestionado? Cuando ve que Julia Roberts se mueve de arriba a abajo en un Jeep negro o que Geena Davis y Susan Sarandon toman su auto para ir en busca de su destino, aunque éste sea la muerte.

Las cosas por estos lados no son perfectas, pero las mujeres cada vez  hemos avanzado más en nuestro derecho, y también deber, a elegir. Y si las pantallas de TV permiten generar estos cambios, pues ¡benditas sean!

Catalina Correia, Periodista y “geek asumida”, nos acompañará todos los lunes, con interesantes reflexiones acerca de la Tecnología y la Mujer.

Twitter:@lacorreazo