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Hoy, miércoles 14 de mayo, se cumplen 100 años del nacimiento de Lily Garafulic, una de las mujeres más exitosas en la historia de Chile. Artista, académica, gerente (¿acaso el director de un museo no lo es?), esta talentosísima escultora logró la cima en cada una de las actividades que realizó.

El centenario de su natalicio, que desde mañana se celebra con imperdibles muestras en el Bellas Artes y el MAC de Parque Forestal, permite reflexionar sobre los hitos de esta magnífica fémina. Y, por qué no, cruzarlos con los desafíos que tienen las mujeres del siglo 21. Primero, eso sí, permítanme argumentar porqué Lily es tan importante.

A) Se trata de una de las tres escultoras más reconocidas de Chile, junto con Rebeca Matte y Marta Colvin

B) Fue capaz de levantar 16 gigantescas esculturas en la cúpula de la Basílica de Lourdes, a las que se les conoce como los 16 profetas

C) Se ganó la Beca Guggenheim por su brillante desempeño y con eso estudió en Nueva York

D) Fue profesora de la Facultad de Arte de la U. de Chile durante 37 años y formó a artistas fundamentales como Sergio Castillo y Raúl Valdivieso

E) La nombraron Directora del Museo Nacional de Bellas Artes

F) Recibió el Premio Nacional de Arte en 1995.

En fin. La lista es más larga, pero creo que ya es suficiente. Si eso no es ser exitosa, díganme usted qué es. Y, mejor aún, en una disciplina donde los resultados del esfuerzo son tangibles y sobreviven al paso del tiempo.

Lily murió el 15 de marzo del 2012. Tenía 98 años. Y siempre dejó claro que fue una mujer feliz. Eso sí, su historia personal tiene una característica clave: no se casó ni tuvo hijos. “La vida me puso en el camino que yo debía seguir y debí sacrificar muchas cosas del encanto del mundo a temprana edad”, le contó a Isabel Cruz de Amenábar, en una de tantas entrevistas que aparecen en su libro “Lily Garafulic, Forma y signo en la escultura chilena contemporánea”.

No es casualidad que una mujer que vivió la mayoría de su vida en el siglo 20 haya tenido que dejar fuera la posibilidad de una familia para ser grande en su profesión. Supongamos que a Lily ni siquiera le hubiese interesado la idea de un marido e hijos, opción absolutamente válida y más aún en estos tiempos: el punto es que en Chile, ya sea en 1940 o en 2014, los conceptos de mujer exitosa y familia siguen siendo opuestos.

No es que no haya casos que demuestren lo contrario. Claro que los hay, pero son excepciones. Un buen ejemplo de todo esto es la nueva Ley de Postnatal. Me tocó recientemente moderar un foro sobre “mujeres empoderadas”, en el cual una de las expositoras era Gerente de Marketing de una de las empresas más grandes de Chile y otra era una ex ministra. Tanto ellas como casi todas las demás conferencistas estuvieron de acuerdo en que la nueva ley va a afectar fuertemente la contratación de mujeres y que sus efectos recién se empezarán a ver en el mediano plazo.

Qué injusto es cargar todos los costos de la maternidad-paternidad a las madres, pero así ocurre en Chile. Por algo en “The Global Gender Gap Report” de 2013, un estudio que mide cuáles son los mejores países del mundo para ser mujer, Chile aparece en el lugar 91 entre 136 analizados. Una vergüenza. Islandia, en cambio, que hace cinco años logra el primer lugar, es un país donde las mujeres disfrutan del acceso más equitativo a la educación y al cuidado de la salud, así como también tienen la mayor probabilidad de participar plenamente en la vida política y económica del país.

Tal vez allá, o también en Noruega, Suecia o Finlandia, de haber querido, Lily Garafulic podría haber sido tan escultora memorable como madre, tan académica influyente como esposa, tan directora de museo como dueña de casa. En Chile, en cambio, son demasiadas las mujeres que aún deben elegir entre una carrera exitosa y una familia.

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl