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Todas hemos estado ahí: esos momentos bochornosos en los que desearíamos haber guardado silencio. Ya sea que hayas metido la pata al intentar impresionar a alguien o con un comentario inapropiada que te haya salido sin pensar, estos momentos pueden rondar en tu cabeza mucho tiempo después de ocurridos. Como mujer que ha experimentado su justa cantidad de lapsos verbales, puedo decir que aunque estos no definen tu valía o inteligencia, la carga emocional sigue siendo significativa.

Si tú también te descubres rumiando sobre elecciones desafortunadas de palabras o comentarios que te arrepientes de haber hecho, quiero ofrecerte algunas sugerencias que te ayudarán a salir de nuestras espirales de autovergüenza.

1. Desfusión Cognitiva: Sepárate de Tus Pensamientos Críticos

Rumiar un pensamiento crítico a menudo ocurre porque creemos que es una verdad universal. Sin embargo, hay que recordar que estos son solo constructos de nuestra mente, no hechos. Esta perspectiva es conocida como “desfusión cognitiva”.

Por ejemplo, si te sientes mortificada por haber llamado accidentalmente “mamá” a tu jefa, puedes pensar cosas como “soy tan tonta” o “no puedo volver al trabajo”. La desfusión cognitiva te invita a reformular estos pensamientos como “Estoy teniendo la idea de que ‘soy tonta'” o “Estoy sintiendo la emoción de la vergüenza”. Este pequeño cambio puede hacer que sea mucho más fácil desafiar estos pensamientos en lugar de aceptarlos como verdaderos.

2. Ejercita la Autocompasión

¿Te resulta difícil darte un respiro? Te sugiero practicar la autocompasión. Reconoce que eres una mujer humana que comete errores, y eso está bien.

Si encuentras difícil la autocompasión, intenta este ejercicio: Pregúntate a ti misma, “¿Qué le diría a una amiga si viniera a mí con este mismo problema?” Probablemente, tu respuesta estaría llena de comprensión y amabilidad. Adoptar una perspectiva más autocompasiva puede ayudarte a vivir con menos vergüenza y ansiedad.

3. Plasmar tus Pensamientos Estratégicamente

Escribir un diario es poderoso, pero hacerlo sin límites puede perpetuar tus rumiaciones. Te recomiendo establecer un temporizador para escribir durante dos minutos todo lo que te pasa por la cabeza respecto a tu desliz verbal. Una vez que el tiempo se acabe, evalúa si te ha sido útil. Si es así, puedes seguir escribiendo, pero de nuevo, en intervalos de dos minutos.

El objetivo es procesar las emociones subyacentes a esos pensamientos persistentes. Al ponerlos en papel, básicamente les das un lugar físico, facilitando así el proceso de dejarlos ir.

Recuerda, cometer errores verbales es completamente humano y más común de lo que piensas. Lo que realmente importa es cómo manejas estos incidentes y cómo avanzas.

Inspiración: www.self.com